Tratando de hacer memoria sobre la última vez que escuché esta frase no logro recordarlo con exactitud, pero si estoy segura de que hoy la escucho mucho menos que antes. La tecnología, la escasez de tiempo, el trabajo, el cansancio, excusas interminables.

Y es que con el pasar del tiempo, la loca carrera de la vida está cada vez más centrada en lo que tenemos, en lo que sabemos y que tan exitosos podemos llegar a ser. En el camino dejamos, por ejemplo, cosas tan simples, pero a la vez tan importantes como jugar. Sí, jugar.

Según el significado del diccionario de la Real Academia Española, jugar es hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades. Y es precisamente en ese desarrollar determinadas capacidades donde se centra el diferencial de cada persona: la creatividad, la capacidad de ver al mundo y enfrentarlo desde diversos ángulos, miradas, en fin.

Un atractivo que hoy cobra mayor relevancia no sólo a nivel de la vida, sino también de las empresas. Así, el diferencial ya no sólo está marcado por la capacidad técnica adquirida durante la vida: número de idiomas, cursos, seminarios, doctorados o MBA, sino, qué tan creativos podemos ser.

¿La razón? La creatividad es el pilar fundamental de la innovación, de ahí la importancia de fomentarla desde niños y no perderla a lo largo del desarrollo del ser humano. ¿Jugamos?


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