Desde hace mucho tiempo –y no obstante a la fecha sigo "sintiéndome" joven y saludable-, me hago anualmente un chequeo médico general. Le dedico un día a exámenes médicos y de laboratorio, prueba de esfuerzo, citas médicas, ultrasonido, radiografías y otras revisiones múltiples. Esta práctica ya rindió sus frutos, pues en dos ocasiones pude tratarme condiciones médicas sencillas que, de no haberlas descubierto tan tempranamente, pudieron habernos ocasionado a mí y a mi familia dolores de cabeza importantes más adelante.

Sin embargo, este hábito es inusual, pues la mayoría de la gente visita un médico cuando los dolores o molestias ya son difíciles de soportar. En algunas ocasiones, el médico evita que por ejemplo el resfrío se convierta en neumonía. Sin embargo, en otras ocasiones se inicia el tratamiento médico muy tarde, cuando el caso ya se ha complicado.

Mi rutina anual con respecto a mi salud física es equivalente a la que yo suelo recomendar a mis clientes con respecto a su salud legal. No hay nada mejor que la medicina legal preventiva, con suficiente anticipación, para evitar situaciones difíciles de revertir a futuro. La medicina legal reactiva, en cambio, suele demandar más tiempo, energía y dinero y sus resultados no siempre son los deseados.

Dentro de mi práctica legal de Fusiones y Adquisiciones (M&A), hace unos años me contactó un cliente nuevo para solicitarme asesoría en una transacción de venta de su empresa. Sin embargo, para ese momento el comprador interesado ya había hecho una revisión de la empresa de mi cliente, las partes ya habían negociado los términos de la venta –por cierto, no en las mejores condiciones para el vendedor- y hasta habían discutido la estructura legal a utilizar.

Si el vendedor hubiera involucrado a su asesor legal en una etapa previa, le hubiera recomendado de primera entrada firmar un Convenio de Confidencialidad para iniciar el proceso. Además, antes de darle acceso al comprador a la documentación e información de la empresa, hubiéramos hecho nuestro estudio interno previo, con el objeto de atender, ordenar y resolver cualquier situación pendiente antes del inicio de la debida diligencia por la contraparte. También hubiéramos defendido varias de las contingencias alegadas por el comprador, con el objeto de reducir la porción del precio reservada en garantía. En fin, el proceso muy probablemente hubiera sido muy distinto, con mejores resultados para el cliente.

Algo similar le sucedió a un cliente que participó en un proceso licitatorio complejo con la administración pública. Tanto la revisión inicial y aclaraciones del cartel, como la presentación de la oferta y formalización de la contratación, la realizó el cliente solo, sin acompañamiento legal. A nosotros nos contactó ya avanzado el conflicto con la administración licitante, cuando ya habían vencido algunos plazos para reclamos y se habían llevado a cabo comunicaciones y reuniones entre las partes sin su debido respaldo documental que pudiera ser usado como evidencia en el proceso legal posterior.

Al igual que no es usual que las personas se hagan chequeos médicos preventivos, desafortunadamente tampoco lo es que una empresa o cliente participe a sus abogados en una etapa temprana de sus transacciones u operaciones. En muchas ocasiones los asesores legales terminamos involucrándonos cuando la deuda ya está mal documentada como para facilitar su cobro, o las condiciones laborales irregulares ya fueron pactadas como para evitar contingencias frente a los empleados y las autoridades competentes, o la negociación del conflicto ya es demasiado escabrosa como para impedir un juicio o arbitraje.

Así que para su próxima contratación, negocio o transacción, piense muy bien si vale la pena ahorrarse honorarios legales. Resultará mucha más segura y efectiva la medicina preventiva que le pueda recomendar su abogado al inicio del proceso, que el tratamiento posterior reactivo que deberá llevar a cabo su cirujano legal, con anestesia y con muchos días de recuperación, por haberlo involucrado cuando su condición crítica de salud ya era difícil de revertir.

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